En un contexto donde los consumidores exigen productos más sostenibles y las regulaciones ambientales se vuelven cada vez más estrictas, la industria alimentaria está bajo presión para mejorar su eficiencia energética sin sacrificar la calidad. Según datos de la FAO (2023), el 67% de los fabricantes de aceites vegetales en América Latina y Europa ya están implementando tecnologías que reducen el consumo de energía en al menos un 25%. Este cambio no es solo una tendencia: es una necesidad estratégica.
El aceite de germen de maíz, conocido por su alto contenido de vitamina E y ácidos grasos insaturados, enfrenta desafíos operativos significativos. Las líneas tradicionales presentan picos de temperatura inestables (±15°C) y altos niveles de desperdicio térmico — hasta un 30% según estudios internos realizados en plantas de México y Argentina. Esto impacta directamente en los costos operativos y en la consistencia del producto final.
Nuestra solución integra tres pilares tecnológicos comprobados:
Esto no solo mejora la eficiencia, sino que también reduce la dependencia del personal calificado — una ventaja crítica en mercados como Brasil o Colombia, donde la rotación de empleados supera el 35% anual.
Una fábrica de aceite en Chile reportó una reducción del 32% en costos operativos mensuales tras integrar nuestra línea. Además, el tiempo medio de mantenimiento se redujo de 12 horas/semana a apenas 4 horas gracias a la simplicidad del diseño. Como dijo el gerente de producción: “No fue solo una mejora técnica. Fue una transformación cultural hacia la operación limpia y confiable.”
Este tipo de resultados no es excepcional. En promedio, nuestros clientes logran un retorno sobre la inversión (ROI) en menos de 14 meses, incluso en plantas pequeñas con capacidad inicial de 50 kg/h.
Descubre cómo nuestras líneas de producción modularizadas pueden ayudarte a reducir costos, aumentar eficiencia y comenzar sin complicaciones.
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