Cuando pensamos en un producto tan cotidiano como el aceite de soya, pocas veces imaginamos la complejidad y la tecnología que hay detrás de su creación. Desde la recepción de la materia prima hasta el envasado final, la producción de aceite de soya es una obra de ingeniería precisa y eficiencia meticulosa. Hoy te invitamos a explorar ese fascinante proceso, entendiendo cómo equipos especializados y técnicas innovadoras garantizan un producto de calidad premium que llega a tu mesa.
Todo comienza con la recepción de los granos de soya, cuyo control riguroso de calidad es esencial. El proceso de limpieza elimina impurezas como polvo, piedras y semillas dañadas, asegurando que solo granos óptimos continúen en la cadena. Para ello, se utilizan equipos de limpieza avanzados que combinan cribas vibratorias, imanes y separación por aire.
Un dato relevante: las instalaciones modernas pueden procesar hasta 50 toneladas de soya limpia por hora, una capacidad que ayuda a mantener los estándares de producción y responder rápidamente a la demanda global.
En la siguiente etapa, la soya pasa por molienda gruesa que rompe los granos, seguida por la eliminación de cáscaras. Esta operación es clave, ya que las cáscaras contienen pocas grasas y su remoción mejora la calidad del aceite y la eficiencia del proceso.
Equipos como molinos de rodillos y separadores neumáticos logran esta tarea con alta precisión, asegurando que más del 98% de las cáscaras se retiren antes del prensado.
Para extraer el aceite, actualmente se emplean prensas hidráulicas y técnicas de extracción por solventes, complementadas con tecnologías térmicas controladas para evitar la degradación del producto.
La refinación posterior elimina impurezas, olores y colores no deseados mediante procesos de neutralización, blanqueado y desodorización, todos supervisados con estrictos parámetros técnicos para conservar las propiedades nutricionales del aceite.
Un ejemplo de éxito es la planta de producción de una reconocida empresa con certificaciones internacionales, que utiliza tecnología de punta para realizar controles en línea, logrando niveles de pureza superiores al 99.5%, cumpliendo con las normativas mundiales más estrictas.
La producción de aceite no solo genera aceite de soya, sino también valiosos subproductos como la harina de soya y la soja texturizada, muy utilizadas en la alimentación animal y humana. La integración de equipos para concentración proteica y procesamiento de estos subproductos permite una valorización completa, reduciendo desperdicios y aportando valor adicional.
Este enfoque dual refuerza el compromiso ambiental y económico de las empresas líderes en la industria.
Finalmente, el aceite es envasado utilizando maquinaria automatizada que garantiza un sellado hermético y uniformidad en cada botella o bidón. En paralelo, controles microbiológicos y de composición intervienen para validar que cada lote cumpla con los criterios de calidad.
La producción profesional se refleja en cada detalle, y es este rigor el que hace la diferencia en mercados tan competitivos como el global.
Nuestra empresa no solo equipa tus plantas con la última tecnología, sino que implementa un riguroso sistema de monitoreo y optimización que garantiza la máxima eficiencia en cada etapa. Con más de 20 años trabajando con clientes en diversos continentes, hemos sabido adaptarnos a normativas y demandas de calidad internacionales, desarrollando soluciones personalizadas para cada operación.
Los números hablan por sí solos: nuestras plantas suelen alcanzar hasta un 98% de eficiencia en extracción y una reducción de desperdicios superiores al 15% en comparación con métodos tradicionales. Y lo más importante, todo esto se traduce en un aceite de soya premium, delicioso y saludable para consumidores finales.